Había una vez una niña llamada Stephanie que vivía con su madre y su hermano Julián. A ella no le gustaba salir, solo lo hacía para la escuela y para citas médicas. Siempre estaba aburrida. Todos los días lloraba por su hermano José, su sobrino José Juan y cuñada Marilin quienes vivían en Estados Unidos.
Era el día del cumpleaños de Stephanie, pero ella decía que no quería ninguna fiesta. Ella no sabía que le tenían una sorpresa. ¿Y cuál era su sorpresa? ¡Su hermano había llegado con toda su familia para su cumpleaños! Doña Lola, la madre de Stephanie, le dice:
"-Cámbiate, que no tardan en llegar los invitados." Ella dice: "Mami, yo no quiero ninguna fiesta."
Comenzaron a llegar los invitados. Los niños comenzaron a jugar, correr, brincar y a Stephanie nada le daba alegría. De momento, llegó su tío Pepe. En su guagua tenía una caja bien grande. Era una caja enorme. ¡Dentro de ella cabía cómoda una nevera y una lavadora juntas!
Él le dice: "Este es tu regalo, ábrelo con mucho cuidado que es frágil."¡Ella gritó de emoción!
-"¿Qué hay ahí, tío?, ¡dime!"
- Es tu regalo, ábrelo.
Ella volvía a insistir:
- Pero tío, dime ...
Como no logró que su tío le dijera, decidió abrir la caja. ¿Saben lo que encontró?, ¡la mayor sorpresa de su vida! ¡Era su hermano, la esposa y su sobrino, los que tanto extrañaba! Lo mismo reía, que lloraba, gritaba de felicidad.
Desde ese día, Stephanie, era otra, llena de alegría. Salía para todos lados con su familia. Lo que no sabía era que ese no era el único regalo. Su regalo fue que su hermano y su familia se quedarían a vivir en su casa para siempre.
Por: Musa