Había una vez un pequeño periquito que se había caído del nido. Cuando me bajé a recogerlo tenía una herida en su alita. Lo llevé a casa, lo curé y lo cuidé hasta que se puso tan grande que de pronto me asusté porque cambiaba de colores como el arco iris. Me quise quedar con él, pero mi mamá me dijo:
-No puedes quedarte con él porque es muy inquieto y es un animal silvestre.
Le dije a mi mamá:
-Me voy a quedar con el periquito y le voy a poner un nombre. Se llamará Arcoiris.
Mi mamá se enfadó, pero se dio cuenta cuánto lo quería y que sería responsable con él. De modo que Arcoiris y yo fuimos grandes amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario